En Usme, Bogotá, una adolescente de 15 años, mató a su novio porque no quiso volver con ella. El Presidente de Francia, Emanuel Macron fue golpeado por su esposa por alguna (pequeña o grande) desavenencia. En la serie Adolescencia, basada en hechos reales, se habla de los incels, (célibes involuntarios) adolescentes masculinos que deciden agredir (y hasta matar) a sus compañeras porque los rechazan sexualmente. Ellos no saben asimilar el desprecio femenino y “exigen” que las mujeres vuelvan a estar bajo su deseo. En lugar de construir espacios para hablar sobre las dificultades en las relaciones, los hombres las culpan de su soledad. Lisa Sugiura, experta en ciberdelincuencia y autora de un libro sobre la machosfera, dice  que, al igual que los foros incel, estos grupos pronto se impregnaron de ideas misóginas. “Al principio, compartían consejos y técnicas para conquistar mujeres, pero lo que estaban sugiriendo era que las mujeres no tienen autonomía, las mujeres no tienen derecho a decir no”.

La manosfera es una red de sitios web, blogs y foros en línea que promueven una visión específica de la masculinidad, a menudo crítica o incluso contraria al feminismo y con tendencias misógenas. Se enfocan en la idea de la masculinidad tradicional y la diferencia entre hombres y mujeres. Son oorganizaciones masculinas pedaleadas por influencers, donde se promueve la rabia contra la mujer por la pérdida de poder para el mundo masculino, poder que muchas mujeres quisieran arrebatar pero que no lleva a ningún equilibrio, ni mejora las relaciones entre ambas energías. Vivimos los efectos de la “igualada” femenina, aquella revolución silenciosa donde no hubo derramamiento de sangre, pero si una factura enorme por cobrar, donde se juntaron siglos de discriminación y autoritarismo.

Resultado: una inmensa confusión donde la rabia y el resentimiento históricos, pasan  factura, de lado y lado. Parece que ahora el masculino lo enarbola la mujer, mientras el femenino es la coraza donde el varón se resguarda. Ambas energías están impregnadas de cuentas de cobro que hacen cada vez más difíciles las relaciones. Solo alcanzan momentos y no pueden prolongarse en el tiempo. Quien manda a quien, por qué no hace lo que “corresponde” o lo que “yo quiero”. La saturación de excesos extremos y radicales enreda el espectro superando a la misma biología. Porque ya no es la biología la que define y ubica. ¿Epigenética?  Te encuentras con mujeres “masculinas”, audaces, atrevidas, deseando mandar para “no dejarse” y “ensayar” cómo es el mundo masculino libre, prepotente y autoritario.  En el otro lado, hombres frágiles, endebles, “hijos de mami”, que no encuentran un perfil diferente de masculinidad que no esté impregnado de autoritarismo. No saben cómo ser masculinos para esta nueva mujer y optan entonces por “refugiarse” en una energía femenina de miedo, sometimiento y rabia. Es importante aclarar que ninguna de estas energías es mejor o peor y que los “empaques” varón y hembra, deben conocerlas, sentirlas y vivenciarlas, cada uno en la escala que conscientemente corresponda.

La confusión está por todo lado gestada en el interior del hogar. Este “enredo” es el “responsable” de la estampida juvenil contra el matrimonio, los hijos y los compromisos. Y a propósito, tema muy pertinente en vísperas del día de padre…

 Gloria H. @GloriaHRevolturas

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